En el centro de la sala ubicada en el nivel dos de El Provincial, cientos de hojas flotaron en el aire y atrajeron la primera mirada de todos los visitantes que disfrutaron del arte que se gestó por un mes en Tafí del Valle, para luego exponerse en la capital tucumana este fin de semana.
Palabras, artesanías, tintes de colores y esculturas, impregnaron la habitación en la que se mostró como la creatividad de cuatro artistas cobró vida en Casa Nubera, bajo los cerros, la naturaleza y la belleza de una de las villas turísticas más visitadas de la provincia.
La artista visual Mariana Cannizzaro, el artista plástico Martín Agazzi aka El Keni, la artista contemporánea Stella Spinedi y el escritor tucumano Francisco Paz convivieron y crearon durante las últimas cuatro semanas para culminar con esta muestra, que es parte de la propuesta de investigación y creación que se lleva a cabo en Casa Nubera.
“Durante este tiempo los invitados trabajaron con referentes de técnicas tradicionales y ancestrales de la zona de Tafí, con cerámica, metal, tintas extraídas de plantas naturales, con el objetivo de generar un conocimiento del territorio a partir de la práctica, de las técnicas propias del lugar y ver qué puede hacer cada artista o cada residente con lo aprendido”, comentaron a LA GACETA dos de las encargadas del espacio, Paula Guersenzvaig y Ludmila Ríos Guillén.
“En un mes, la verdad que lo que se logró es alucinante”, remarcaron y señalaron la importancia de compartirlas con la sociedad “para mostrar cuáles son los procesos y qué es lo que sucede con los artistas de otros territorios cuando conocen Tafí del Valle”.
“Me llevo un color”
Mariana llegó desde Buenos Aires y en los cerros tucumanos pudo crear sus acuarelas con tintas vegetales, además de absorber ideas de grandes maestros que marcaron todo este proceso.
“Fue un intercambio desde un lugar humano, vincular y amoroso”, describió para luego contar que durante su estadía hubo algo de magia con un descubrimiento.
“Trabajé con Liliana Pastrana, que es tejedora e investigadora de colores y se dedica a ello desde hace casi 20 años con tintes naturales y plantas locales. Ella estaba muy enfocada en la micuna, que además está en peligro de extinción, pero por distintas condiciones no había podido cosechar el fruto y esta fue la primera vez que logró hacerlo”, comentó.
“A partir de eso pudimos sacar el color violeta que nunca había aparecido. Antes, Liliana había obtenido el amarillo, que sale del tronco, y al nuevo color se logró alterarlo con distintos modificadores para lograr azules y verdes”, agregó.
De esta vivencia, entonces, Mariana aseguró que se lleva a gente, “que hoy quiero mucho y voy a extrañar; un paisaje soñado; una experiencia transformadora y un color”.
Viaje espontáneo
“Nubes que pueden pensar”, así describió el cielo de Tafí Stella, que está en suelo argentino desde hace tres meses, cuando dejó su Suiza natal en un viaje que definió como espontáneo. Ella explora el espacio conceptual de agarre, fluidez y tensión entre los cuerpos humanos y los materiales que hacen a un entorno.
“Me gusta mucho manipular el metal, la madera, materiales que necesitan de un esfuerzo físico y trabajé con algunos que encontré y que me encantaron. Por ejemplo una mesa de tres patas que encontré y de repente me imaginé utilizar esa tensión, esa instabilidad de la mesa para darle una posibilidad”, relató.
“La chapa para mí tiene el símbolo de una manta de carnaval, porque es una cosa con la que me encontré en ese viaje, y que también exploré de una manera un poco más espontánea, no tan lógica, no tan pensada, y por eso creo que es mi primera obra donde hay algo de decoración”, agregó la artista.
Y sentenció: “me voy a llevar el conocimiento de los trabajadores y la generosidad de trasladar su conocimiento a personas que vienen y no son de acá, siempre con mucho cariño”.
Grandes saberes
El Keni vino desde la capital argentina para vivir algo diferente y trasladarlo a sus murales y esculturas, que tienen una dedicación y delicadeza en su trabajo que parecen hablar a quienes los observan.
En Tafí del Valle uno de sus trabajos fue un caballo en cerámica, creado con una arcilla local. “Es un material super plástico, muy fácil de trabajar. Y es porque está hecha con agua de lluvia, con restos de hojas y de cosas”, contó. “Posee sedimentos de mica, de cuarzo, que le dan brillo en la pieza cocida, tras ser cocinada en un horno de barro, y quemada con guano de caballo y de vaca”, añadió.
“Mi experiencia aquí fue increíble. Desde tener la suerte de conocer a tres maestros: Alberto con la chapa y la herrería y la soldadura. A Munay con la cerámica y a Lili con los tintes naturales. Y un montón de gente que me regaló muchos saberes”, cerró el artista.
El arte de la palabra
El último protagonista fue Francisco, un escritor tucumano que vive hace 10 años en Tafí del Valle, y que fue el artista local de esta experiencia que según sus palabras, le dejó un universo de posibilidades.
“Ver la manera en la que trabajan estos artistas, la profesionalidad con la que se mueven, el duro esfuerzo que hay detrás de cada obra fue muy valioso, porque me dejó la conciencia o la comprensión de que sí se puede vivir del arte si uno pone empeño y tiene claro lo que quiere”, reflexionó. Él creó el cuerpo de hojas que flotaba en medio de la sala y mostraba que la palabra también es un arte.
(Producción periodística: Ariane Armas)